Los seres humanos nacemos con la
capacidad de comunicarnos ya que mediante ella, logramos establecer relaciones
que nos ayudarán en el desarrollo de lo que seremos como personas y a
adaptarnos a vivir en sociedad.
Como familias necesitamos
conocer cuáles son las maneras óptimas para comunicarnos, ya que de ésta
dependen las buenas relaciones en el seno de la familia.
Dice el dicho
popular...”hablando se entiende la gente”... y esto es muy real.
Los padres vemos crecer a
nuestros hijos y a medida que esto sucede, vamos desarrollando distintas
estrategias para lograr comprenderlos. Mientras son bebés nos esforzamos mucho
por saber qué les pasa, porqué lloran y vamos aprendiendo a interpretar los
diferentes gestos y llantos a fin de darles una respuesta adecuada a su
necesidad.
Pero al pasar los años, cuando
los niños aprenden a hablar y pueden expresarse, pareciera que dejamos de
ocuparnos por interpretar qué nos dicen para esperar que naturalmente la comunicación de
todo lo que siente o le pasa, surja de manera espontánea.
La naturalidad y efectividad en
la comunicación serán posibles en la
medida que trabajemos para sostener un tipo de comunicación. ¡Cuál? la que nos
ayude a establecer un vínculo que permita la expresión de nuestros estados de
ánimo, de nuestras opiniones y pensamientos y de todo lo que necesitamos.
Y ésta, si bien no es tarea
fácil, es posible sobre la base de una paternidad y maternidad responsables, que
tomen en cuenta las necesidades de los
hijos, no tan sólo en los aspectos económicos o físicos, sino también
poniendo énfasis en la educación
emocional de los niños, que se logra a
través de la comunicación y expresión de los valores y de nuestros sentimientos.
También cuando le ponemos con justicia, límites.
De esta forma, podremos prevenir
conflictos derivados de la mala comunicación en la familia, que generalmente no
suceden por falta de interés en dialogar con nuestros hijos, sino porque simplemente
no hallamos la manera de hacerlo. Una buena comunicación depende de personas
que emiten sus mensajes de tal forma que pueden expresarse y compartir lo que
piensan y sienten y se saben escuchados y comprendidos. Ambas partes deberían
poder exponer libremente sus opiniones sin que nadie se sienta no escuchado o
no respetado.
Van aquí algunas sugerencias
prácticas que pueden ayudarnos a lograr una
comunicación eficaz:
- Permití que el niño/a te cuente y exprese lo que le sucede, ESCUCHALO por más que sepas que a veces no podrás concederle lo que te pide. El respeto y la aceptación del otro favorecen la buena comunicación.
- Prestale atención a lo que te dice tu hijo/a: deja tu trabajo para después y si no podés, decile en qué momento lo harás. Tal vez para vos el tema que trae no sea un problema muy grave, pero para ellos/ellas puede ser el más grande que tengan a esa edad o en ese momento. PRESTALE ATENCIÓN.
- Expresale adecuadamente (con tu cuerpo, gestos y con palabras) que estás interesado en lo que te cuenta. INTERESATE.
- Toma en cuenta que podés estar diciendo algo con tu boca que se contradice con tus gestos o acciones. Los mensajes incongruentes son muy malos para lograr entendernos. Los niños aprenden más de lo que hacemos que de lo que decimos.
- Por último, otro dicho:...”al buen entendedor, pocas palabras”... SÉ BREVE Y CLARO, que tu sí sea sí, y tu no sea no. Eso les da seguridad.
Lic. Alejandra D'Lucca