Aprovecho esta oportunidad para expresar lo que significó
para mí compartir todo el año junto a ustedes y
la Escuela Héroes de Malvinas.
Todo comenzó cuando Marce me contó que hacía un tiempo trabajaba
en la Fundación y me invitó a participar, así fue como los contacte. Moni me
contó cómo había nacido esta fundación y todo el trabajo que realizaba el equipo y me
entusiasmó de inmediato. Yo tenía experiencias con adolescentes y con adultos
mayores, y me interesó trabajar con niños/as, por lo que me ofrecí para el
voluntariado en los Talleres psicosociales. ¡Iba a ser un nuevo desafío!
Ceci y Dano dieron una capacitación y después de un tiempito
comencé con muchas expectativas y emoción a participar de los talleres con
Cande y Tomás, y más adelante Kari.
A lo largo del año tuve muchos aprendizajes. En primer
lugar, lo que me llamó la atención fue cómo se visualizaba en la práctica
aquello que hasta el momento eran palabras desconocidas para mí, tales como “Moldeamiento”, “Ensayo”,
“Retroalimentación”. Al observar los talleres y luego elaborar los informes, pude entender la dinámica de
trabajo y los objetivos que perseguíamos como equipo a lo largo del año. A medida
que pasó el tiempo, ya no podía distinguir la teoría de la práctica. Se
naturalizaron en mí algunas cosas, como el refuerzo positivo y el aprendizaje a
través de la recreación.
Tanto se naturalizó que sin darme cuenta, me encontré muchas
veces hablando con mis amigas remarcándoles sus características positivas
únicas; a mí aceptando que el enojo y la tristeza son emociones que pueden
suceder o pensando en el termómetro del enojo para reflexionar en qué nivel
estaba; ayudando a mi sobrinito a resolver los conflictos, siguiendo junto a él
los pasos para lograrlo y pensando en las alternativas posibles que existían
para solucionar el problema, o diciéndole a mi hermano que era “Autoritario”…
Por otro lado, comprendí que nuestro trabajo iba más allá de
los objetivos propuestos en los talleres… ¡Los talleres psicosociales eran solo
un pedacito de un trabajo más grande! Nosotros debíamos reforzar y seguir
trabajando lo que se lograba en los talleres para padres y en los talleres
docentes en la escuela.
Así, terminé de entender lo que tantas veces leí como misión
de la Fundación: desarrollo e integración familiar. Era un trabajo
conjunto, en equipo… ¡No eran talleres aislados! Trabajar con los niños/as en
la Misión Hogareña, logrando que realizaran actividades junto a sus familias; que
las seños también participaran en representaciones, reforzando positivamente a
los niños/as, demostrándole cariño, trabajando durante la semana lo realizado
en el taller, sugiriendo, ayudando a la integración de niños/as al grupo, etc…
Fueron indicios de que el trabajo esperado se estaba cumpliendo.
Recuerdo cuando la
seño Cari nos contó que en las evaluaciones en lugar de marcar “x” errores,
había decidido destacar los aciertos logrados por los niños/as, y también
colocar caritas felices en una cartulina pegada en la pared a los niños/as que
realizaban las Misiones Hogareñas. Este tipo de cosas son algunas de las que me
demostraron que existían transformaciones a partir del trabajo de Ictus.
¿Qué más decir? Comprender y realizar el trabajo de la
Fundación hizo que realmente me sintiera parte. Sé que en esto Tomás y Cande
tuvieron mucho que ver ya que fueron mis grandes maestros. Verlos a ellos
coordinar los talleres, hablar con las seños y con los niños/as, hizo que
aprendiera y mucho… Las sugerencias que recibía de su parte nunca fueron
tomadas por mí como una crítica, siempre intenté incorporarlas y tratar de
mejorar en los próximos talleres. Como equipo, junto a Kari, también hacíamos
sugerencias, y todas fueron tenidas en cuenta para los próximos talleres.
¡Sentí por primera vez en un trabajo que lo que mis coordinadores decían y
hacían estaba en plena Armonía y Coherencia! La manera de trabajar con
las seños, con los niños/as, era igual para mí. Sentí que muchas veces me
reforzaron positivamente y si debía que mejorar algo, siempre encontraban la
mejor manera para comunicarlo. Creo que cuando te sentís parte de algo, y algo
tan lindo como Ictus, hace que adoptes sus valores y trabajes con un compromiso
mayor.
En la Escuela Héroes de Malvinas nos trataron muy bien,
desde la señora que nos había la puerta, las seños que se encontraban en la
sala de maestros hasta la señora que
atendía la cantina. Es gratificante trabajar en ese tipo de instituciones, en
donde el respeto y buen trato es fundamental.
Además me llevo Todo el cariño y sonrisas recibidas de los
niños/as.
Es difícil sugerir algo a un equipo y una Fundación que me
dio Tanto. No sólo crecí profesionalmente sino como persona. Estoy Totalmente
Agradecida de haberlos cruzado en mi camino. Sé que aún no conozco a todas
las personas que conforman este equipo tan grande, pero estoy que segura que
todas poseen la excelente calidad humana de los que sí conocí, ya que si no
fuese de esa forma, no sería posible trabajar y lograr lo que hacen. Espero
poder seguir compartiendo más años de trabajo juntos.
Llegue a la Fundación
para brindar algo y les aseguro que al final soy yo la que me llevo más… ¡Mucho
más!
Simplemente… GRACIAS!
Maca Guatrochi.
Voluntaria
Talleres psicosociales de niños.
Fundación Ictus
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