martes, 13 de octubre de 2015

Aprender el mundo jugando

Nuestros hijos nacen con una habilidad natural para aprender el mundo, jugando.
El juego les permite crecer integralmente en sus aspectos físico, emocional, intelectual y social. Les ayuda también a descargar tensiones y ansiedades, a expresar lo que sienten, tanto lo bueno como el miedo o emociones hostiles. Desarrolla su creatividad e imaginación y forma parte importante de su proceso de aprendizaje. Aprenden a relacionarse con el otro, a cómo desenvolverse y reaccionar cuando pierden o cuando ganan, además de poner en práctica destrezas mentales como contar, ordenar, clasificar, relacionar, leer entre muchas más.

Pero el juego hecho en familia aporta cosas que el individual no puede dar.  Cuando jugamos con nuestros niños reforzamos los lazos familiares, nos sentimos más cerca porque se establece una especial relación al conocernos más y compartir las risas. Este tiempo de juego es la base para establecer vínculos, porque mejora considerablemente la comunicación y genera complicidad, amistad y conocimiento mutuo.

Facilita la expresión de las emociones porque todos nos alegramos, nos sorprendemos y también nos enojamos cuando jugamos, pero al hacerlo padres e hijos/as nos permite intervenir en la forma adecuada para la expresión de esas emociones y en el modelo que buscamos para la solución de los conflictos. Esto es posible enseñarlo en acción (nosotros como modelos a seguir cuando tenemos un problema) y no como un sermón.

El juego colabora también para que podamos aprender que hay reglas y saber que cumplirlas nos dará beneficios porque llegaremos a conseguir la meta que hemos deseado.
También nos ayuda a dar a conocer los valores que tenemos como familia (entendiendo valores como esas creencias que nos llevan a preferir, apreciar y decidir ciertas cosas sobre otras)  facilitando así su incorporación y la formación de hábitos como la cooperación, la ayuda mutua, el respeto, la paciencia, la generosidad entre otros.

Otros beneficios de jugar juntos son: que nos relajamos, nos sentimos espontáneos; demostramos el afecto, desarrollamos la autoestima e identidad familiar.

Encontrar estos tiempos familiares puede resultar complicado porque a todos nos pasa que las ocupaciones y trabajo diario hacen que dejemos relegado a cuando  “podamos”,  los pasatiempos con los hijos. Otras veces son las tecnologías (TV, computadora, videojuegos) los que interrumpen la oportunidad de jugar juntos. Y cuántas veces…pasa mucho tiempo hasta que podemos jugar con nuestros hijos.

La propuesta es que podamos hacernos un tiempito todas las semanas para estar con los niños de manera distendida haciendo algo que a todos nos llene de alegría y en especial que a todos nos “guste” hacer para que no se convierta en una carga o peso que nos malhumore.
Algunas ideas pueden ser:

•          Organizar una comida en la que todos participemos de su elaboración.
•          Armar un baile, donde se pongan diferentes canciones para que cada uno enseñe al otro un paso.
•          Hacer un dibujo comunitario que los identifique como familia: con distintas técnicas pueden hacer un dibujo en la tapia del patio o en una cartulina que puedan enmarcar para colgar en el hogar.
•          El día de los juegos de mesa. Poner un día para enseñarnos juegos como la loba, la generala, la casita robada, entre otros.
•          Hacer un karaoke o noche de canciones populares

Hay muchas ideas más que seguramente se les ocurrirá si recuerdan su niñez y a qué jugaban. (Antón  pirulero, estaba la paloma blanca, la piola, el elástico, etc)

Este mes, ¡celebremos la familia jugando juntos! pueden ingresar a www.fundacionictus.org.ar/jugaenfamilia y descargar gratuitamente un juego muy divertido...

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