Nuestros hijos nacen con una habilidad natural
para aprender el mundo, jugando.
El juego les permite crecer integralmente en sus
aspectos físico, emocional, intelectual y social. Les ayuda también a descargar
tensiones y ansiedades, a expresar lo que sienten, tanto lo bueno como el miedo
o emociones hostiles. Desarrolla su creatividad e imaginación y forma parte
importante de su proceso de aprendizaje. Aprenden a relacionarse con el otro, a
cómo desenvolverse y reaccionar cuando pierden o cuando ganan, además de poner
en práctica destrezas mentales como contar, ordenar, clasificar, relacionar,
leer entre muchas más.
Pero el juego hecho en familia aporta cosas que el
individual no puede dar. Cuando jugamos
con nuestros niños reforzamos los lazos familiares, nos sentimos más cerca
porque se establece una especial relación al conocernos más y compartir las
risas. Este tiempo de juego es la base para establecer vínculos, porque mejora
considerablemente la comunicación y genera complicidad, amistad y conocimiento
mutuo.
Facilita la expresión de las emociones porque
todos nos alegramos, nos sorprendemos y también nos enojamos cuando jugamos,
pero al hacerlo padres e hijos/as nos permite intervenir en la forma adecuada
para la expresión de esas emociones y en el modelo que buscamos para la
solución de los conflictos. Esto es posible enseñarlo en acción (nosotros como
modelos a seguir cuando tenemos un problema) y no como un sermón.
El juego colabora también para que podamos
aprender que hay reglas y saber que cumplirlas nos dará beneficios porque
llegaremos a conseguir la meta que hemos deseado.
También nos ayuda a dar a conocer los valores que
tenemos como familia (entendiendo valores como esas creencias que nos llevan a
preferir, apreciar y decidir ciertas cosas sobre otras) facilitando así su incorporación y la
formación de hábitos como la cooperación, la ayuda mutua, el respeto, la
paciencia, la generosidad entre otros.
Otros beneficios de jugar juntos son: que nos
relajamos, nos sentimos espontáneos; demostramos el afecto, desarrollamos la
autoestima e identidad familiar.
Encontrar estos tiempos familiares puede resultar
complicado porque a todos nos pasa que las ocupaciones y trabajo diario hacen
que dejemos relegado a cuando
“podamos”, los pasatiempos con
los hijos. Otras veces son las tecnologías (TV, computadora, videojuegos) los
que interrumpen la oportunidad de jugar juntos. Y cuántas veces…pasa mucho
tiempo hasta que podemos jugar con nuestros hijos.
La propuesta es que podamos hacernos un tiempito
todas las semanas para estar con los niños de manera distendida haciendo algo
que a todos nos llene de alegría y en especial que a todos nos “guste” hacer
para que no se convierta en una carga o peso que nos malhumore.
Algunas ideas pueden ser:
• Organizar
una comida en la que todos participemos de su elaboración.
• Armar
un baile, donde se pongan diferentes canciones para que cada uno enseñe al otro
un paso.
• Hacer
un dibujo comunitario que los identifique como familia: con distintas técnicas
pueden hacer un dibujo en la tapia del patio o en una cartulina que puedan
enmarcar para colgar en el hogar.
• El
día de los juegos de mesa. Poner un día para enseñarnos juegos como la loba, la
generala, la casita robada, entre otros.
• Hacer
un karaoke o noche de canciones populares
Hay muchas ideas más que seguramente se les
ocurrirá si recuerdan su niñez y a qué jugaban. (Antón pirulero, estaba la paloma blanca, la piola,
el elástico, etc)
Este mes, ¡celebremos la familia jugando juntos! pueden ingresar a www.fundacionictus.org.ar/jugaenfamilia y descargar gratuitamente un juego muy divertido...
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